La sobreprotección de nuestros hijos y sus efectos
- didacticosefectivos
- 16 mar 2017
- 4 Min. de lectura

En el momento en el que tenemos hijos, vamos contactando con otros padres a través del colegio, del vecindario, porque coincidimos en el parque… Y es inevitable observar cómo otros padres educan a sus hijos, nos comparamos con ellos, sacamos conclusiones, hay cosas que otros padres ponen en práctica que nos gustan y otras que nos disgustan.
Los estilos educativos, como ya os describí en el artículo Los estilos educativos de los padres: ventajas e inconvenientes, tienen distintos beneficios y desventajas. Tenemos más o menos una forma regular de educar y de tratar a nuestros hijos, pero en ocasiones también adaptamos ésta a las circunstancias, y hacemos que sea variable o flexible.
Hoy nos vamos a centrar en un aspecto de la línea educativa que algunos padres aplican, de manera más o menos regular: la sobreprotección.
Qué es la sobreprotección
En primer lugar, es obligatorio distinguir un acto aislado de protección a nuestros hijos, de lo que es un estilo educativo basado en la sobreprotección. El acto aislado lo hemos puesto en práctica todos en alguna ocasión. Es algo natural, instintivo e inherente al mundo animal; pretendemos proteger a nuestro hijo de un peligro concreto, que por nuestra experiencia, sabemos que puede ocurrirle.
Como comprenderéis, es algo positivo, necesario y que estrecha más aun el vínculo padre/madre-hijo. Quien no ha quitado a un bebé algo pequeño de la mano por temor a que lo trague y se atragante, o quien no ha pegado un grito o ha agarrado fuerte de la mano a su hijo en la proximidad de un paso de cebra. Como os digo, es algo natural, lógico y necesario.
La cosa cambia sin embargo, cuando nuestros temores y miedos sobre la integridad física y mental de nuestros hijos, provocan una sobreprotección constante.
Cuando les impedimos hacer determinadas cosas, actividades, acudir a sititos… porque tenemos temores lógicos, por otro lado, de forma continuada, es cuando la sobreprotección se convierte en el argumento principal de nuestra forma de actuar como padres, y es cuando les hacemos un flaco favor a nuestros hijos.
Posibles efectos de la sobreprotección en nuestros hijos
Digo posibles efectos, porque en esta cuestión no hay ciencias exactas. Puede suceder que los efectos que voy a describir se den en hijos de padres no sobreprotectores, y también la cuestión contraria. Ahora sí, hay que tener claro, que practicando este estilo educativo, aumentamos mucho las posibilidades de que nuestros hijos sufran las siguientes consecuencias:
– Timidez y dependencia excesiva.
– Inadecuado e insuficiente desarrollo de las habilidades sociales.
– Inseguro de sí mismo y de su relación con los demás, falta de confianza.
– No asume la responsabilidad de sus actos, ya que son sus padres los que suelen asumirla.
– Labilidad emocional: tan pronto está contento como se echa a llorar.
– Miedos y fobias sociales, de separación de los padres…
– Falta de experiencias, de actividades, que desembocan en un mal desarrollo de habilidades y capacidades.
– Inadecuado desarrollo de la empatía.
– Falta de iniciativa propia e inadecuado desarrollo de la creatividad.
– Sentimientos de inutilidad.
– Es fácil que se vuelvan egocéntricos y tiranos con todo su entorno.
– Pueden tener retrasos o dificultades en el aprendizaje, afectando a su rendimiento académico.
– Dificultad para la toma de decisiones.
– Tendencia al pensamiento negativo y al pesimismo.
– Tendencia a la depresión y a trastornos afectivos…
Consejos a los padres para evitar los efectos probables de la sobreprotección
Sería tan sencillo como decirles que dejen de sobreproteger, pero no es tan sencillo para una persona que practica ese estilo educativo, y que tiene constantes temores relacionados con la seguridad de su hijo.
Algunos consejos prácticos pueden ser:
– Hay que dejar que se enfrente a las dificultades y a los problemas, para hallar la solución por sí mismo.
– Hay que tratarle de acuerdo a su edad. Es fácil si nos fijamos en lo que hacen la mayoría de los niños a su edad. Nos puede dar miedo quitarle los ruedines de la bici para que aprenda a andar sin ellos con 5 años, pero si la mayor parte de los niños ya saben a esas edades, hay que pensar que puede ser la edad adecuada para hacerlo y que aprenda.
– Es adecuado darle oportunidades de relacionarse con otros, de pasar algún tiempo sin la presencia de los padres, claro está, dependiendo de la edad. Puede estar en caso de un amigo o bien que le cuide unas horas un familiar. Debe aprender a relacionarse con otros que tenga perspectivas distintas a las de los padres.
– Debemos ayudarle cuando lo necesite, pero no solucionarle siempre los problemas. Debe aprender por sí mismo a buscar las soluciones o los apoyos necesarios.
– No hay que ahogarle con preguntas y un control estricto, se le debe dejar un cierto margen, un espacio para su intimidad.
– Tiene que haber unos límites claros en la casa, no se le debe dar todo lo que pida. Debe aprender que las cosas requieren un esfuerzo para conseguirlas.
– Hay que aceptar al niño tal y como es, con sus virtudes y con sus limitaciones.
Está claro, después de leer esto, que ni permisividad ni sobreprotección. El difícil arte de educar consiste en saber conjugar nuestros temores con nuestras aspiraciones, teniendo siempre en cuenta los deseos e intereses de nuestros hijos.
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